Cenáculo

 

Cenáculo de oración
Familiar – interfamiliar – parroquial,
de los discípulos y apóstoles del Espíritu Santo

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Exhortamos a todas las almas que desde hace tiempo siguen nuestra labor, a que formen CENÁCULOS DE ORACIÓN para hacer conocer, amar y glorificar más al Espíritu Santo.


Estos grupos pueden estar formados de pocas almas, de tres, de cinco, de siete, de nueve o de doce personas. También en familia se puede formar el grupo. Se pueden reunir en cualquier lugar de la casa y en cualquier tiempo. Posiblemente es bueno que se encuentren juntos una vez en la semana, o cada 15 días. Como mínimo, una vez al mes.


En la reunión, imitando a la Virgen y a los Apóstoles en el Cenáculo, escucharán la palabra de Dios leída y, si es posible, comentada, y elevarán oraciones e invocaciones al Espíritu Santo.


Tendrán a disposición, al menos, el Nuevo Testamento, el libro Potencia Divina de Amor y el "librito de oraciones".


Estén juntos 30 – 60 minutos, según posibilidad, pasando la mitad en lectura y reflexión y la otra mitad en oración e invocaciones.

 

 


Esquema indicativo

 

1- Canto inicial


2- Invocación coral al Espíritu Santo con la Secuencia:
Secuencia del Espíritu Santo
Ven Espíritu Santo, envíanos desde el cielo, un rayo de tu luz. Ven, padre de los pobres, ven, dador de los dones, ven, luz de los corazones. Consolador perfecto, dulce huésped del alma, dulcísimo consuelo. Descanso en la fatiga, en el ardor tranquilidad, consuelo en el llanto. Oh Luz Santísima, llena lo más íntimo de los corazones de tus fieles. Sin tu fuerza, nada hay en el hombre, nada que sea inocente. Lava lo que esté manchado, riega lo que es árido, cura lo que esté enfermo. Doblega lo que esté rígido, calienta lo que esté frío, endereza lo que esté extraviado Concede a tus fieles que en ti confían, tus siete sagrados dones. Dales virtud y premio, dales muerte santa, dales eterno gozo. Amén. Aleluya.
Oremos:
Oh Dios, que has instruido a tus fieles, iluminando sus corazones con la Luz del Espíritu Santo, concédenos que, guiados por este mismo Espíritu, saboreemos el bien y gocemos siempre de su consuelo. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

3- Escucha de la Palabra de Dios con brevísimas resonancias de alabanzas

4- Invocaciones a María Santísima para obtener el Espíritu Santo :
Oh purísima Virgen María, que en tu Inmaculada Concepción fuiste hecha por el Espíritu Santo Tabernáculo elegido por la Divinidad, ruega por nosotros!
R.- Y haz que el Divino Parclito venga pronto a renovar la faz de la tierra! Ave María...
Oh purísima Virgen María, que en el misterio de la Encarnación fuiste hecha por el Espíritu Santo, verdadera Madre de Dios, ruega por nosotros!
R.-Y haz que el Divino Parclito venga pronto a renovar la faz de la tierra! Ave Mara...
Oh purísima Virgen María, que estando en oración con los Apóstoles en el Cenáculo fuiste inundada por el Espíritu Santo, ruega por nosotros!
R.-Y haz que el Divino Parclito venga pronto a renovar la faz de la tierra! Ave María...
Ven, Espíritu Santo; llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu Amor.
V.- Envía tu Espíritu y será una nueva creación.
R.- Y renovarás la faz de la tierra.

5- Rosario del Espíritu Santo.
Para cada misterio se aconseja: un canto, la lectura de la Palabra de Dios indicada en el misterio, o la lectura de un breve texto del mensaje de Jesús a Madre Carolina (del libro "Potencia Divina de Amor"), o una breve meditación del misterio, y también breves oraciones espontáneas o alabanzas.
- Se concluye con el acto de donación y de consagración al Espíritu Santo.

6- Canto final

 

 

 


El mundo de hoy tiene necesidad de un nuevo Pentecostés y sólo la oración, podrá obtener una nueva, poderosa efusión del Espíritu Santo sobre la humanidad, sobre la Iglesia y sobre cada una de las almas, para que todo sea renovado por el Amor de Dios.
Con frecuencia, en la oración se piden sólo cosas materiales.
Pocos piden el don del Espíritu Santo. Sin embargo, ¡los que reciben el Espíritu Santo lo reciben todo!
¡Oh Espíritu, Tú que habitas dentro de nosotros, haz de nuestro cuerpo y de nuestra alma un templo, un santuario íntimo, en el que viva Tu santidad!

   

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